viernes, 18 de abril de 2014

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


He tenido la suerte de compartir el mismo cielo y la misma tierra que un escritor del talento de García Márquez, y ahora, tristemente, soy testigo de su muerte. 

Eso es la vida, ver pasar y desaparecer personas importantes sin poder evitarlo.


De eso trata la literatura: por un lado de escapar de la realidad y vivir otros mundos y en otros cuerpos, y por otro lado, de enfretarse a la realidad gracias al alma de los buenos artistas. 

"“La casa se llenó de amor. Aureliano lo expresó en versos que no tenían principio ni fin. Los escribía en los ásperos pergaminos que le regalaba Melquíades, en las paredes del baño, en la piel de sus brazos, y en todos aparecía Remedios transfigurada: Remedios en el aire soporífero de las dos de la tarde, Remedios en la callada respiración de las rosas, Remedios en la clepsidra secreta de las polillas, Remedios en el vapor del pan al amanecer, Remedios en todas partes y Remedios para siempre. Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana. Sabía que la mula del correo no llegaba sino cada quince días, pero ella la esperaba siempre, convencida de que iba a llegar un día cualquiera por equivocación”. 

Cien años de soledad

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